Gabriela Zavalia

Por alguna razón el agua nos tranquiliza, será que venimos de ella, o al verla deslizarse, nos armoniza su rumor o su transparencia; lo cierto es que frente a cualquier tipo de aguas que se mueven nos sentimos transportados a cierto espacio de armonía; más en comunión con el universo y con nuestro interior. Desde la antigüedad se ha utilizado el movimiento del agua para espacios de relax y de esparcimiento, vale recordar las fuentes romanas o las fuentes incluidas en los baños turcos, el fen shui, como algunas de estas formas de llevar el movimiento del agua a nuestras vidas. Hoy la modernidad nos permite crear pequeñas fuentes de agua para interiores o jardines, vasijas que movilizan el agua en cualquier rincón de tu casa; para gozar de armonía y belleza y del poder curativo del agua para nuestro estres cotidiano. Y para cualquier sitio de atención al público, yo les aconsejaría tener bien a mano una fuentecita, porque lo que no logra el agua lo logra la belleza de la contemplación de un echo estético.