La joyería trae consigo una suerte de desafío para el artista, ya que cada pieza debe enbellecer el cuerpo humano que de por sí se presenta atractivo, por su complejidad y por su semejanza al observador.
Es raro plantear este punto de partida para explica cual cro sea el desafío, pues ya sea desde la simpleza o desde la colplejidad uno compite para hacer relucir un pequeño hecho plástico sobre un gran atractivo humano.
Acompaño mis creaciones con esta suerte de pensamiento lo que suele llearme a las raices de la humanidad, por alguna razón me siento cercana a una forma primitiva de embellecimiento. de allí mis primeras obras de joyería en cerámica y las huellas que dejo sobre el metal.
El cobre me genera una nobleza arcaica que deleita en el trabajarlo, tratando de llevarlo a convivir con otros metales y con piedras sin trabajar.
Las combinaciones siempre son efectivas si se devuelve ese sentido de llegar a lo primigenio en la creación de cada pieza, entonces, metales pulidos a mano, piedras sin trabajar e hilos o cueros trenzados provocan el entrecruzamiento de diferentes sentires que el hombre a combinado desde hace miles de años.
Para mi, este logro es lo que le da valor artístico y espiritual a lo que hago. Todo se combina para llegar a la realización de cada pieza.
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